El sueño americano se convierte en pesadilla para ancianos inmigrantes

Por: Nora Estrada
Una gran cantidad de ancianos inmigrantes latinos enfrentan en su vejez problemas de salud mental, soledad y tienen que seguir trabajando porque no cuentan con una jubilación por su estado migratorio.

El sueño americano también cobra factura a la mayoría de los inmigrantes de todos los orígenes que llegan a la tercera edad con problemas mentales, enfermos, solos y con miedo, entre ellos una gran porcentaje de latinos indocumentados que siguen a la sombra y sin protecciones gubernamentales.

De acuerdo a defensores y proveedores de salud mental de la comunidad, se trata de un problema “invisible”. 

Pero también existen personas de la tercera edad que tratan de sobreponerse a esas barreras, como muchos de la comunidad AAPI que  desean vivir sus últimos años de vida participando en actividades alegres y sentirse aceptados por la sociedad.

Precisamente, dos de los tiroteos perpetrados el mes pasado en California exacerbaron la falta de acción para proteger a los adultos mayores inmigrantes, ya que los autores fueron de la tercera edad con aparentes problemas mentales de la comunidad asiática.

Según los expertos convocados por Ethnic Media Services, las verdaderas razones detrás de los tiroteos son eludidas por las autoridades.

Dicen que es un grupo demográfico de nuestra población que es en gran medida invisible, no solo los ancianos AAPI, sino muchos inmigrantes mayores de todos los orígenes, que se guardan sus frustraciones y miedos. 

Opinan que la invisibilidad refuerza su sentido de aislamiento y con el aislamiento viene el miedo porque más a menudo, los ancianos son el blanco de delitos violentos. 

“Dentro de nuestras comunidades, los ancianos han sido invisibles, y ni siquiera tratados como seres humanos, por lo que se sienten aislados y sí, experimentan problemas de salud mental, como cualquier otra comunidad que sería invisible y aislada”, opinó Helen Zia, autora, periodista y activista asiático-estadounidense.

Explicó que para su mas reciente libro entrevistó a unos 100 inmigrantes chinos mayores de setenta, ochenta y noventa años que le contaron lo que nunca le habían dicho a nadie lo que experimentaron de niños, como migrantes y como exiliados.

“Nunca le dijeron a nadie cómo caminaban a la escuela y veían niños muertos en la calle con perros mordiéndolos, o cómo veían personas decapitadas. Muchos han pasado por la guerra, el hambre, la guerra civil, un gran trauma y han sido testigos de cosas terribles, pero nunca pensaron que nadie, ni siquiera sus hijos, querrían escuchar sus historias.

“Dentro de nuestras comunidades, los ancianos han sido invisibilizados, tratados ni siquiera como seres humanos que se sienten aislados y sí, experimentan problemas de salud mental, como cualquier otra comunidad que sería invisible y aislada”, dijo Zia.

Según el Consejo Nacional sobre el Envejecimiento, las tasas de suicidio son altas entre ese grupo de adultos mayores que comprende el 12 por ciento de la población, con aproximadamente el 18 por ciento de los suicidios. 

Viven pesadilla en años dorados

Rita Medina, directora adjunta de Política Estatal y Defensa de la Coalición por los Derechos Humanos de los Inmigrantes de Los Ángeles (CHIRLA), dijo que mientras se busca ampliar beneficios para los adultos mayores, ese grupo de la población latina vive una pesadilla lidiando como sobrevivir.

“Estamos buscando ampliar los beneficios de alimentos para los adultos mayores indocumentados mayores de 55 años. Un compromiso que el gobernador hizo en el presupuesto pasado, pero que se retrasó para 2027”.

Medina explicó por falta de estatus migratorio, es necesario resaltar que no tienen una jubilación, red de apoyo y respaldo financiero disponible

“Ese va a ser nuestro trabajo para los próximos años porque es gente que paga impuestos, pero que no tienen acceso a la seguridad social porque son indocumentados”, prometió.

Dijo que muchos mayores indocumentados siguen trabajando a los 70 años cuando deberían disfrutar de sus años dorados.

“Pero trabajan porque tienen que hacerlo. No hay plan de jubilación, ni ahorros y sabemos que muchos de ellos han estado pagando impuestos del Seguro Social, pero no pueden obtener esos beneficios porque son indocumentados. 

“Por lo tanto, deben continuar trabajando como empleadas domésticas, en las granjas, en las obras de construcción, incluso cuando sus cuerpos se están rompiendo”, agregó Medina.

Testigos silenciosos

Aunque muchas personas encuentran formas de romper el aislamiento por sí mismos, como las asesinadas en el salón de baile de Monterey Park, no hay por parte de las autoridades una solución rápida, ni atención de salud mental, ni control de armas. 

“Como refugiada camboyana, crecí en Estados Unidos y fui testigo del deterioro de la salud mental de mis mayores y de mi comunidad a raíz de la guerras, violencia extrema y abandono por parte de la comunidad mayoritaria”, dijo Laura Som, fundadora del Centro MAYE para la curación de sobrevivientes de trauma, racismo sistémico, opresión, inequidad, Long Beach. 

Indicó que algunos de los síntomas de estos traumas son el odio, la violencia, la rabia y la depresión. 

“Se ha hecho poco para proteger a los niños pequeños”, expresó.

Opino que no sorprenden los tiroteos perpetrados por hombres de la tercera edad.

“Porque los recursos proporcionados a nuestras comunidades para abordar los trastornos de salud mental y la falta de armas.

regulación en nuestro país son inadecuados”, expresó.

Som dijo que es una comunidad que vive con miedo cuando tienen  que dejar el espacio seguro de sus hogares y comunidades. 

“Solo aventurarse en el público en general significa enfrentar la epidemia de tiroteos masivos en nuestra comunidad. 

Som dijo que en este momento se viven emociones intensas y profundas para todos, especialmente para las familias de las víctimas y los perpetradores. 

“Partimos de preguntarnos cuáles son las cuestiones de fondo que llevan a un ser humano a despreciar la vida y cometer asesinatos en masa? Somos testigos silenciosos de los tiroteos en las escuelas y en los lugares donde las personas mayores buscan refugio”, añadió la fundadora del Centro MAYE.

Invisibles

Linda Yoon, cofundadora de Yellow Chair Collective, que brinda terapia a los asiático-estadounidense, opinó que los ancianos inmigrantes asiáticos son una población muy vulnerable. 

“Para empezar, las personas mayores y los ancianos en general son menos vistos y visibles en la sociedad estadounidense. Y luego agrega otros factores o barreras, como la inmigración, el idioma, la cultura, los recursos”, expresó.

Dijo que en la cultura asiática está bien arraigado guardar las apariencias y evitar transmitir vulnerabilidad.

 “Mi primer trabajo después de la escuela de posgrado fue trabajar en viviendas para personas mayores de bajos ingresos donde albergaban a unos 500 residentes, la mayoría de ellos ancianos inmigrantes asiáticos. 

“Hice visitas domiciliarias anuales de bienestar donde haría una entrevista (o charla) de una hora con cada residente mayor. Casi la mitad de ellos terminan llorando, compartiendo sobre su aislamiento y las dificultades que estaban experimentando”, comentó.

Yoon compartió que para obtener más atención y recursos para los ancianos inmigrantes es necesario escucharlos en su idioma.

“Brindarles servicios culturalmente sensibles y preparar y formar a los trabajadores que los atienden.

El doctor Brett Sevilla, director médico de los Centros de Tratamiento y Asesoramiento del Pacífico Asiático en Los Ángeles, opinó que la irritabilidad, intenciones hostiles, abstinencia y acaparamiento de armas son posibles señales de alerta de enfermedades neurológicas.

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