Los Ángeles.- Las secuelas para los sobrevivientes de un ataque o crimen de odio suelen ser de por vida, pero el argentino Nestor Fantini, quien fue preso político en su país y testigo de crímenes, canaliza el dolor a través de la acción y documentación de los hechos para que las nuevas generaciones aprendan del pasado.
Fantini, quien radica en el área de Los Ángeles y es co editor de Hispanic LA, fue arrestado y torturado en 1976 a los 22 años cuando era estudiante de la Universidad de Córdoba y se dio el golpe de estado en Argentina.
“Eso no fue la Guerra Sucia, eso fue terrorismo de Estado. Unos 360 personas fueron secuestradas y llevadas a centros de concentración. En otras palabras, fueron ejecutados. Fueron arrastrados y arrojados desde aviones al Océano Atlántico”, recordó sobre esa oscura historia de su país.
Agregó que además fueron secuestrados por los militares unos 500 bebés.
“Pero mi peor año fue cuando vi que ejecutaron a mi compañero Paco ante la presencia de unos 50 presos políticos. Fue en pleno invierno, hacía mucho frío, y estábamos completamente desnudos con los brazos levantados».
Paco era un joven periodista y estudiante que cayó desmayado, y no pudo levantarse.
«Le apuntaron con el arma a la cabeza y le dispararon. Sí, le dispararon delante de todos nosotros. Paco murió casi de inmediato”, recordó el también profesor de sociologia en el Colegio de Rio Hondo.
“Esas experiencias nunca se van, se quedan con uno por el resto de tu vida. Cuando hablamos de la reconciliación y de justicia restaurativa no solo estamos hablando de temas racionales, también estamos lidiando con muchas, muchas emociones poderosas. Es muy importante alejarse de la idea de la venganza y no alejarse realmente de la experiencia en sí porque la memoria es fundamental” añadió.
Fantini dijo que es importante seguir adelante y asegurándonos que las próximas generaciones sepan lo que realmente sucedió.
Comentó que desgraciadamente en Argentina hay sectores de la sociedad están en negación de lo que sucedió.
“Algo equivalente a la negación del Holocausto, están tratando de decir, no, no hubo 30 mil personas que desaparecieron. Pero debemos superar el odio que podría existir para hablar realmente sobre lo que sucedió y asegurarnos de centrarnos en los hechos que documentamos”, expresó Fantini.
Opinó que los crímenes de odio suceden en todos los países.
“Por eso es tan importante seguir hablando de las experiencias pasadas para entender lo que debemos hacer en el futuro”, finalizó el periodista.
Amnistía Internacional adoptó al argentino y su terrible experiencia se retrató en un documental de 2019 producido por Amnistía. Como defensor de los derechos humanos, es un orador frecuente para organizaciones en los Estados Unidos y Canadá sobre temas del estado de derecho, las libertades civiles y el impacto del activismo social. Después de llegara Canadá como refugiado político en 1980, luego se mudó a Los Ángeles donde, entre 2008 y 2016, se desempeñó como miembro electo de un Consejo Vecinal.
Fantini participó en la conferencia virtual ¿Pueden las comunidades curarse del odio? organizada Ethnic Media Services en un marco donde los delitos de odio entre grupos raciales y étnicos y, a menudo, dentro de los mismos grupos raciales, van en aumento.
En la ponencia también participaron Helen Zia, autora y fundadora del Instituto Vincent Chin y James Taylor, profesor de historia afroamericana en USF-SF, quienes coincidieron con Fantini al señalar que es importante documentar y validar los traumas sufridos.
Zia opinó que mientras continúe la retórica acerca de que China y los chinos son la amenaza existencial contra Estados Unidos, este tipo de violencia continuará.
En 1982, este mismo odio no se dirigió a China, sino a Japón, y condujo al brutal ataque contra Vincent Chin en Detroit.
“Este fue un incidente traumático para todos los asiáticos, pero lo que marcó la diferencia fue que una comunidad se unió para decirle al mundo que esto es algo que les sucede a los estadounidenses de origen asiático. Y empezar a hacer algo al respecto”, dijo.
De esta experiencia, agregó, nació un nuevo movimiento de derechos civiles, y los medios étnicos jugaron un papel fundamental para demostrar que esto no fue único.
“Ese fue un proceso de sanación… la comunidad se fortaleció. Ellos dicen que el tiempo cura todas las heridas. Pero el tiempo no es suficiente. Debe haber acción, debe haber aprendizaje. Debemos conocer el pasado… y tratar de cambiar el pasado para no repetirlo en el futuro”, manifestó Zia.
Por su parte, Taylor, dijo que las reparaciones tienen que ver con reparar a un pueblo y son el resultado natural de los esfuerzos de justicia social de los negros que se remontan a más de un siglo.
“La comunidad japonesa es la principal defensora de las reparaciones fuera de la comunidad negra de San Francisco, junto con la comunidad judía. Entienden lo que es ser objetivo”, destacó.
Dijo que el trabajo que realizan sobre reparaciones es inspirador en el resto del mundo.
“Ahora hay 14 países hablando de reparaciones y ciudades en todo el país. La gente presionará por esto como una forma de curar los huesos rotos en la comunidad negra”, comentó Taylor.