
Los Ángeles.- Para entender la razón por la que miles de familias migran a Estados Unidos, la investigadora de Harvard, Gabrielle Oliveira, encontró mucho más que lo que dicen los titulares noticiosos: Lo hacen para darles una mejor educación a sus hijos.
“Los padres ven la educación como una ‘moneda de amor’, una forma de dar sentido al sacrificio e invertir en un futuro más estable para sus hijos”, expresa Oliveira en el estudio Now We Are Here: Family Migration, Children’s Education, and Dreams for a Better Life que inició en la primera administración del presidente Donald Trump.
Durante la videconferencia Why Do Families Migrate? Children’s Education is the “Currency of Love” organizada por American Community Media (ACOM), la investigadora dijo que en medio de las muchas dificultades de la migración, la separación, la incertidumbre y el nuevo comienzo, las familias a menudo encuentran esperanza en la educación de sus hijos.
“A menudo encontré que los migrantes se convierten en una especie de personajes unidimensionales en los medios de comunicación, donde solo se oye hablar de que vienen por razones económicas, y punto.
“Olvidan que se trata de un ser humano completo, que tiene deseos, esperanzas y anhelos, por lo que la educación se convierte en esto: una fuerza estabilizadora, donde reside la promesa de una educación, es decir, la promesa de que tu hijo vaya a la escuela”, manifestó.

La también profesora asociada Jorge Paulo Lemann de Educación y Estudios Brasileños en la Escuela de Posgrado en Educación de Harvard explicó que su investigación expone las dimensiones emocionales y morales de la migración, que con demasiada frecuencia se pasan por alto en los debates políticos.
“Revelo cómo las aulas se convierten en espacios donde las familias negocian el trauma, la identidad y la pertenencia, y donde las escuelas pueden profundizar la exclusión o abrir puertas a la dignidad y la posibilidad”, comentó.
Oliveira dijo que esa fue una pieza muy importante del rompecabezas para poder comprender más profundamente.
“Y no solo quedarme en la narrativa normativa de por qué la gente se va”, expresó.
La autora del libro “Now We Are Here”
Opinó que mientras no se elaboren políticas de inmigración pensando en los niños, seguirán pasando casos como el de Norrisontay Ramos, una joven de 17 años de Los Ángeles, estudiante sobresaliente que fue deportada a Guatemala con su madre, una mujer indígena guatemalteca, quienfalleció por no tener acceso a los medicamentos que necesitaba.
“No elaboramos políticas de inmigración pensando en el bienestar de los niños y jóvenes. Siempre estamos atrapados en este círculo vicioso de causar el mayor daño en la vida de los más jóvenes.
“Y luego está esa idea de que los jóvenes son resilientes, que lo superarán, que son tan jóvenes, que aún tienen todo un futuro por delante, pero eso no es justo suponer que, debido a su resiliencia, o porque aún tienen mucho futuro, las políticas no trabajan para beneficiarlos”, manifestó.
Dijo que las consecuencias son que la gente tardará muchísimo tiempo en poder obtener ayuda, si es que ocurre, o es deportada o sufrir la pérdida de padres.
Añadió que, incluso, quienes cuentan con mucho apoyo sufrirían las consecuencias porque en Estados Unidos se experimentauna política sumamente desestabilizadora, que fue diseñada para causar daño.
“La idea es que menos gente intente venir o hacerlo, así que el terror en realidad forma parte de la estrategia”, dijo.
Dijo que a largo plazo se desmoronó el tejido social.
“Estos jóvenes, que son partes productivas de nuestra sociedad, pierden la confianza, no sienten pertenencia, sienten que tal vez necesiten encontrar un lugar al que pertenecer, por lo que se vuelven muy vulnerables en estas situaciones. Esto tiene un efecto a muy largo plazo que genera exclusión y un trauma constante a lo largo de sus vidas”, concluyó Oliveira.

