Por: Doctor Carlos Jaramillo
Comienza el mes de octubre, se acaba el verano y mucha gente cambia los horarios, pero los tiempos de las comidas, las horas de sueño y la rutina no dependen necesariamente del cambio del sol.
Eso es algo que deberíamos anclar a unas horas del día porque todo lo que está relacionado con el estímulo de la luz sobre la retina y de esta última sobre el cerebro va a determinar mucho de lo que pasa en nuestro cuerpo, el cual es más sabio en la medida en que nosotros mantengamos un ciclo.
Recordemos que anochece en promedio alrededor de las 6:30 y las 7 de la noche, por eso mi recomendación siempre es cenar alrededor de las 6:30 y terminar a las 7:30 ya que eso le permite al cuerpo tener por lo menos unas tres horas antes de ir a dormir, algo que deberíamos hacer entre las 9 y las 11 de la noche según las posibilidades de cada persona para después despertarnos alrededor de las 5 y las 6:30 de la mañana, teniendo un ciclo adecuado de sueño que debe comprender entre 6 y 8 horas.
Esto se repite teniendo siempre una ventana de alimentación de 12 horas o menos, donde cumplamos nuestros requerimientos nutricionales. Si lo hacemos de esta manera, las festividades, el cambio de horario, los días más cortos o las noches más largas no deberían ser un impedimento.
En el calendario de octubre tenemos dos fechas importantes: el 10, Día Mundial de la Salud Mental, y el 31, Halloween. Hablemos de cada una:
La salud mental es una preocupación enorme y la pandemia lo ha demostrado de manera contundente: cada día hay más desesperación, soledad, miedo, angustia y ansiedad. Vivimos profundamente desconectados, no aprendemos nada que tenga que ver con nosotros ni nuestros hábitos. Solamente sabemos cómo prepararnos académicamente y servirle al sistema económico de cada país y a la larga al sistema económico mundial.
La salud mental no está ligada únicamente a los psiquiatras o psicólogos sino que debería ser parte de nuestro desayuno, almuerzo y cena, de nuestro cuidado diario. Tengo una mente y la gestiono cuidando mis emociones, sentimientos y creencias para así estar saludable. De lo contrario la mente es capaz de producir un montón de sustancias que van a afectar mi biología hasta enfermarme. No son teorías, es algo que está absolutamente demostrado.
Nos urge aprender a darnos cuenta que de la mente depende gran parte de lo que ocurre en nuestra biología y que ese trabajo está completamente disponible para nosotros sabiendo también que la psicoterapia y tanto los fármacos como los suplementos, cuando son necesarios, son de gran ayuda pero la mejor solución siempre está en nosotros. No se trata de dar saltos cuánticos sino del trabajo del día a día.
Y llegamos al último día del mes, 31 de octubre, ¡Halloween! Una bonita casa decorada para la ocasión, el disfraz del año y… ¡cantidades importantes y desmedidas de azúcar, muy por arriba de lo que los cuerpos de nuestros pequeños pueden tolerar! A esto le sumamos colorantes y saborizantes químicos. Sentidos manipulados y un cerebro engañado incapaz de poder diferenciar lo artificial de lo real. Es simple, los dulces que habitan en la calabaza de tus hijos logran una transformación de la percepción para hacer que el gusto nunca vuelva a ser el mismo, algo que se conoce como hiperpalatabilidad.
Cada año, durante Halloween, estamos colaborando para que nuestros niños estén más enfermos, sumado al daño que les hacemos todos los días por una alimentación a la que nadie le presta atención y que a la industria no le importa. Los padres creemos que hacemos lo mejor pero lo único que estamos creando es una comunidad de zombies adictos, ayudando a que sean niños, adolescentes o adultos enfermos. Entonces, ¿de qué se trata Halloween? Tenemos 30 días a partir de hoy para hacer la diferencia.