PPVera/Especial
CDMX.- Mientras las cafeterías gourmet crecen a pasos agigantados en el Centro Histórico de la Ciudad de México, otras, las tradicionales, aquellas que surgieron en el siglo pasado e hicieron historia a través de generaciones, desaparecen por la gentrificación, como la icónica Cafetería Trevi, que este 30 de octubre cierra sus puertas definitivamente para dar paso, todo parece indicar, a un hotel boutique.
Gran historia
Ubicada en la esquina de Colón y Doctor Mora, a un costado de la Alameda Central, en pleno Centro Histórico de la Ciudad de México, Cafetería Trevi fue inaugurada en 1955 ofreciendo una singular combinación entre la sencilla comida italiana y la mexicana, destacando todo el día, el humeante café.
Por las mañanas, para desayunar, también ofrecen un espumoso chocolate y el mejor bizcocho italiano que acompañaban a unos deliciosos chilaquiles y huevos guisados en distintas formas.
Por las tardes, tienen un menú accesible, pero con opciones de pastas; y por las noches, cenas ligeras, exactamente lo mismo que se servirá hasta este 30 de octubre.
Su cercanía con la llamada “La Esquina de la Información”, donde se ubicaban lo diarios El Universal y El Excélsior, y a unas calles más de El Novedades, era un sitio perfecto para el café o comida de reporteros y fotógrafos que ahí laboraban.
Asimismo, fue el sitio consentido de turistas de todo el mundo, quienes gustaban de acudir a lugares tradicionales de la ciudad, muy cerca de sus hoteles, ubicados en Avenida Juárez y Reforma. Incluso, de personalidades de todos los ámbitos.
“Aquí desfilaron artistas, personalidades como Fidel Castro y Ernesto “El Che” Guevara, quienes habitaban un departamento en la cercana colonia Tabacalera. Aquí se reunían a toda hora reporteros, editorialistas y fotógrafos de estos periódicos; venían turistas chinos, estadounidenses, japoneses, españoles, era un café de visita obligada en la ciudad, todos venían con nosotros”, señala Julio Castillo, heredero del negocio.
Con voz pausada, que denota la frustración y el cansancio de más de dos años de lucha infructuosa para que no desapareciera esta cafetería que le da identidad histórica a la zona, a la ciudad, Castillo narra la historia del lugar.
“La cafetería nació en 1955 a iniciativa de un ciudadano italiano de nombre Franco Pagano Capotorti, a quien le gustó el inmueble y decidió montar un negocio, tomando como inspiración la Fuente de Trevi, ubicada en su natal Roma, Italia, le llamó restaurante Trevi”, señala Castillo.
Ante la buena respuesta de la clientela, Pagano pronto contrató los servicios de José Luis Dávila, tío de su hoy dueño, Julio Castillo, juntos hicieron crecer el negocio que funcionaba casi todo el día, todos los días del año.
“Ni siquiera el terremoto de 1985 logró que el negocio cerrara. Aquel día se derrumbó el Hotel Regis, que estaba en la esquina de la Avenida Juárez, a unas calles del edificio Trevi, que se mantuvo firme, como otros tantos que circundan el perímetro”, señaló Castillo.
Pero el terremoto de 1985, sí hizo que don Franco Pagano dejara la Ciudad de México, para irse a vivir a Yucatán.
“Don Franco decidió entonces trasladarse a Mérida en donde radica junto con su esposa y traspasó la cafetería a mi tío José Luis. Posteriormente, hace unos años, él y mi tía, que no tuvieron hijos y vieron deteriorada su salud, nos encomendaron mantener la tradición a mi esposa Evelyn y a mí”, comentó Julio Castillo.
Desafortunadamente, señala con voz entrecortada, no podrán seguir operando este lugar tan tradicional. “La modernización y la gentrificación” nos derrotaron, se nos dijo que se busca crear un concepto conforme a la globalización y no cabemos en este concepto”.
Castillo relata que en marzo de 2018, fueron notificados que venderían el edificio por completo, departamentos de uso habitacional y locales comerciales. La mayoría de los inquilinos terminaron por acceder a irse, antes de ser desalojados. Pero los propietarios de los tres negocios de los locales comerciales, entablaron una demanda en conjunto.
“Nos llegó una notificación “muy rara” (sic), de los anteriores propietarios, en la que se nos informaba que venderían el edificio Trevi, en donde se encuentra la cafetería, así como departamentos de uso habitacional. Quisimos hacer uso de nuestro derecho de tanto, pero nada, el esfuerzo fue infructuoso”.
Fueron dos años y medio que estuvieron luchando sin lograr convencer de que se les diera preferencia, antes que a nuevos adquirientes, pero solo lograron, al final de cuentas, llegar a un convenio que delimitó el tiempo para desalojar por voluntad propia el lugar.
Cuestionado si no recurrieron al Gobierno de la Ciudad de México para buscar una salida favorable, Castillo señala que sí lo hicieron, pero también fue infructuoso.
“Se nos remitió ante Dunia Ludlow Deloya, la Máxima Autoridad del Centro Histórico, se nos atendió y se nos recibió, pero al final de cuentas, todo terminó.
“Nos da coraje porque todo el concepto que se forjó con el esfuerzo de personas que quieren y aman al Centro Histórico, se fue a la nada. Sabemos que lo van a revertir los intereses económicos que acaban con los negocios de tradición, de arraigo y se lo entregan a cadenas extranjeras”, acusó Castillo.
El dueño de Cafetería Trevi advierte que con esta zona de la Alameda Central sucederá lo mismo que ocurre en la calle Madero, del mismo Centro Histórico, donde echaron a los negocios tradicionales.
“Ahora hay puros negocios de intereses comerciales extranjeros, sacaron a todos los que le dieron vida a esa calle. En las noches es un cementerio, ya no hay vida, si acaso, uno que otro bar”.
Con la Cafetería Trevi se irá también el último edificio habitacional de la zona y los negocios que estaban también ahí, a un lado de la cafetería.
“También se perdió el restaurante “Hórreo” (Doctor Mora 11), en donde se preparaba la tradicional comida española y que junto con cafetería y las famosas Tortas Robles, en la calle de Colón, le daban una fisonomía del México antiguo a ese perímetro”.
Y aunque aún es posible el plan de trasladar la cafetería a otro lugar, el sentimiento de que se pierden 65 años de historia es muy grande.
“No sabemos si tendremos oportunidad de trasladar el concepto de Trevi a otro espacio en la zona. Hay la promesa de parte de las autoridades, pero la verdad, todo es incertidumbre”, reconoce con sinceridad Julio Castillo.
La cuenta regresiva ya comenzó
A unos cuantos días de que la cafetería cierre sus puertas, el desánimo y la tristeza invaden, no solo a su dueño y sus trabajadores, sino también a su habitual clientela, quienes ven el lugar triste, con mesas apiladas, casi vacío (por las limitaciones por la pandemia de coronavirus), muy lejos de aquel esplendor, de aquel bullicio de mesas llenas y el ir y venir de meseros con charolas llenas comida.
Un café lechero y un dulce bizcocho acompañan la plática con Érika, la gentil cajera del lugar, que nos confirma lo que se lee e una cartulina de color verde fluorescente: “Gracias por estar con nosotros tantos años…”.
“Ya es del dominio público, por la difusión que ha tenido ese anuncio en redes sociales y a través de algunos medios de comunicación, que el próximo 30 de octubre Cafetería Trevi cierra sus puertas luego de 65 años de actividades”.
Mientras sucede la plática, el lugar parece animarse con clientes que le quieren dar el último adiós a la cafetería, algunos dicen ser jubilados que iban habitualmente a “cafetear” ahí, otros son oficinistas de la zona, y otros más, solo gente solidaria que no quiere perderse, el haber degustado el menú en la Cafetería Trevi.
Todo es melancolía
En una de las paredes de la cafetería está un mural en el que destaca el edificio entero y el esplendor de los negocios que ya no existirán más; a un costado del mural, un viejo refrigerador blanco, fuera de servicio y un pizarrón de fondo negro en el piso, que seguramente se usó en el exterior del local para atraer comensales, revela que se servía “El Especial del Día”, denotan que todo está listo para salir de ahí.
Las fotos que cuelgan en las paredes del lugar hablan de su historia, algunas están enmarcadas y muy decoloradas a punto de borrarse la imagen de aquellos recuerdos. En la entrada, una dupla de chicleras de metal llamadas tragamonedas (de un peso actual) para adquirir mentas o chicles de bolita de sabores.
A un lado de la escalera de caracol, que permite acceder a la planta alta, está un viejo teléfono de caja cuadrada, al que para poder hablar, había que introducir una moneda.
Su emblemático mobiliario de sillas y sillones con asientos de piel en color rojo brillante, que han sido testigos de estas más de seis décadas del lugar, serán posiblemente rematadas.
El viejo reloj en otra pared seguirá consumiendo segundo a segundo, 65 años de la historia de la Cafetería Trevi, que hasta este 30 de octubre, seguirá inundando los alrededores con deliciosos aromas, la “gentrificación”, terminó con ella.