Por Alicia Alarcón
Hemos tenido años nombrados ¨Año del Amor¨, ¨Año de la abundancia¨, ¨Año de la Esperanza¨, ¨Año del Perdón¨, ¨Año del Agradecimiento. ¿Por qué no nombrar este 2019, ¨Año de la cortesía¨?
No hace mucho se usaba que si una persona mayor con caminador entraba a un consultorio, no faltaba alguien, por lo general más joven, que tuviera la cortesía de levantarse y ofrecerle el asiento.
No hace mucho se usaba que cuando uno iba a visitar a una persona y alguien entraba al recinto, saludaba y luego decía ¨con permiso¨.
No hace mucho se usaba que el hombre que acompañaba a una mujer, se adelantaba a abrirle la puerta del recinto donde iban a entrar. Ahora, más de una vez, me ha tocado presencia como las pobres mujeres hace laberintos con detener la puerta, sostener sus paquetes para entrar al lugar, mientras que su acompañante distraído la espera desde el otro lado.
¿Qué le pasó a la cortesía? Por lo pronto, desapareció como una serie de reglas a seguir en el hogar y en las escuelas públicas los maestros no se atreven a exigirla de sus alumnos por temor a ser despedidos de sus trabajos. Los alumnos pueden hablar cuando el maestro explica, mascar chicle, dormir sobre el escritorio, mostrarse distraídos, mientras el maestro recurre al obsequio de paletas de sabores para ganarse el favor de su atención.
Esta falta de cortesía al maestro lo atestigüé en una visita a la High School de Huntington Park. Esto pasó hace unos años, ojalá las cosas hayan cambiado.
Y no es nada más al maestro, la falta de cortesía se ha extendido en todos los espacios y a todas las personas. Para los que han olvidado el significado de cortesía, Wikipedia la define como ¨un comportamiento humano de las buenas costumbres¨.
Esto quiere decir que la cortesía es amabilidad, consideración, atención a la otra persona. Cortesía es mirar a la persona cuando se le habla y no tener la atención fija en el celular. Cortesía es llegar a tiempo a las citas o hablar para avisar que se llegará más tarde.
Este tipo de cortesía se espera sin coacción a nosotros. Hay otro tipo de cortesía que cuando no la mostramos se nos castiga y en esta área si podemos decir que somos educados y corteses.
La mayoría de los migrantes cuando llegamos a este país, tendemos a medio hacer los altos, no esperamos a que las personas terminen de cruzar la calle antes de arrancar el auto. Eso no se usa en nuestros países, además si nos pasamos un alto o cometemos alguna infracción, sabemos ¨cómo arreglarlo con el policía para evitar la multa¨.
En este país de repente tenemos mucha prisa para todo.
El tiempo se nos vuelve de oro y no podemos perderlo. Pero aquí, a diferencia de nuestros lugares de origen, hay una serie de reglas de cortesía viales que cuando no las cumplimos se nos castiga y se nos educa de una manera muy eficiente con multas de hasta 500.00 dólares.
Esas son lecciones que aprendemos de memoria y las practicamos con voluntad y disciplina.
Estoy convencida que si convertimos el 2019 como el año de la cortesía, nuestra convivencia y rutina diaria será más saludable.
Esto ya se ha comprobado en países donde la cortesía es una obligación ciudadana. En Inglaterra, por citar un ejemplo, es común ver los hombres tener todo tipo de reglas de cortesía, más con las mujeres, no importa su edad. Se les inculca desde pequeños, que su deber es mostrarse cortés, si la ocasión lo amerita.
El sistema educativo de nuestros pueblos es todavía más riguroso y eficiente que el europeo. A la maestra no le tiembla el pulso para señalar y avergonzar al alumno descortés en el aula de clases; y en la casa, la madre no repara en el pellizco o en la llamada de atención al hijo o hija que entró y salió sin saludar ni decir ¨con permiso¨.
Urge rescatar la cortesía porque a la cortesía es más fácil que le siga la bondad, la caridad y la empatía hacia la otra persona.
Por ahora, quiero agradecer a todos, la cortesía de haber leído mis columnas durante el año que pasó y espero me sigan haciendo la cortesía de leerlas este 2019, el ¨Año de la Cortesía¨.