Por Alicia Alarcón.
Entre 1940 y 1941 durante la Segunda Guerra Mundial, Londres sufrió durante seis meses de manera consecutiva 57 bombardeos, seguidos por ataques nocturnos, en un intento por someter a La Gran Bretaña a la voluntad de Adolfo Hitler que estaba seguro de lograr una rápida victoria sobre la capital del Imperio Británico al contar con una superioridad bélica en todos los sentidos. La historia probó ser todo lo contrario, la población y el ejército inglés resistieron la embestida de Alemania inspirados por un líder que los enseñó a no rendirse ante el invasor y luchar hasta la muerte en defensa de su país y de su libertad.
Winston Churchill, Primer Ministro de Inglaterra, en el peor momento del bombardeo, le solicitó con urgencia al entonces Presidente de Estados Unidos Franklin D. Roosevelt, ayuda militar, barcos y aviones para responder al enemigo que amenazaba con destruir toda Inglaterra. La respuesta fue ¨No.¨ Roosevelt temía que su participación escalaría aún el más conflicto y también le preocupaba la reacción del pueblo estadounidense al enviar a su ejército a pelear una guerra al otro lado del Atlántico.
No fue sino hasta dos años después, en 1942, cuando Londres ya convertido en escombros y con cientos de miles de civiles muertos vio con gran alivio como el Gigante del Norte se unía con todo su poderío militar a la guerra como respuesta al ataque sufrido en Pearl Harbor por parte de Japón.
Ha transcurrido casi un siglo de ese episodio trágico y de manera lamentable, la historia parece que vuelve a repetirse, una potencia superior, Rusia, invade a un país inferior en ejército y armamento, Ucrania y al igual como lo hizo Churchill, Volodimir Zelenski, Presidente de Ucrania, pide a gritos al Presidente de Estados Unidos que le envié aviones para defenderse de las agresiones que le llegan de las alturas. La respuesta de Biden es un rotundo No y le ofrece una ayuda con resultados dudosos y a largo plazo.
Al igual que Roosevelt, en su momento, el argumento del Presidente de Estados Unidos es que su intervención puede desatar la III Guerra Mundial y se limita a imponer sanciones económicas a los oligarcas rusos. La historia ha demostrado que este tipo de sanciones económicas han sido muy poco efectivas para derrocar a un Dictador. La tragedia para el pueblo ucraniano es que con esa negativa Biden y sus aliados condenan a su país a terminar, si esto sigue como hasta ahora, como un cementerio desolado rodeado de escombros.
La Alianza del Atlántico, (OTAN) formada por más de 30 naciones que al final de la Segunda Guerra Mundial dijeron: ¨El ataque a uno es un ataque a todos,¨ encabezada por Estados Unidos, se vuelve espectador de la mayor tragedia que una nación pueda sufrir a manos de otra. Perder su territorio, libertad, soberanía y su derecho a existir como república independiente.
Mientras las imágenes que vemos por televisión de cadáveres de civiles incluidas mujeres y niños aumentan en Ucrania, el éxodo de miles de personas que llegan amontonados en trenes a Polonia se cuentan ya por millones y al mismo tiempo evocan otras imágenes, las de las personas que llegaron a la Polonia ocupada por los nazis en 1942 cuyo destino final fueron los campos de concentración y los crematorios.
Ante la barbarie que vive esa nación, la OTAN justifican su parálisis a una serie de legalidades que les impide salir en defensa del país avasallado, por no ser éste miembro de su organización. Argumento injustificado ante la magnitud de la crueldad que se ejerce sobre la población civil. La derrota de Ucrania en estas circunstancias será la derrota de todos los países. No se le debe tolerar a ningún hombre o nación una invasión que tiene como objetivo acabar con la historia, la cultura y la vida de un país independiente.
Es importante recalcar que en este conflicto armado surge con mayor fuerza la hipocresía republicana. Los mismos que aplaudieron la estrecha relación de Donald con Vladimir Putin, a quien calificaban de buen amigo de Estados Unidos, son ahora los mismos que lo califican como el hombre más peligroso sobre la faz de la tierra y exhortan a la población rusa a tomar las armas para derrocarlo. Y la peor de las hipocresías, sin disminuir la inmensidad de la tragedia que viven las madres ucranianas que llegan a Polonia con sus hijos en brazos en busca de refugio y algunas optan por separarse de ellos, algunos congresistas y Senadores republicanos entre los que se encuentran Mit Romney y Marco Rubio, han demostrado ser más susceptibles al sufrimiento de las madres europeas que a las provenientes de de El Salvador, Nicaragua, Honduras y Nicaragua que huyeron de la violencia y caminaron días enteros para llegar a la frontera del país de las libertadas sólo para ser detenidas y separadas de sus hijos.. Una compasión muy selectiva la que ejercen estas lumbreras republicanas.