«Te estoy vigilando», dice el mítico actor Robert de Niro en un video, en recuerdo de uno de sus personajes. Como él, muchas celebridades contribuyen cada día a que tomemos conciencia del aislamiento como la vía más efectiva para detener el coronavirus.
Pero, una vez en cuarentena, ¿dejamos que el cielo se nos venga encima?
Hay que alejarse del síndrome del oso, que hiberna para no gastar energía. La situación actual es una metáfora del invierno. Para muchos, invierno significa poca luz, baja energía, confinamiento en casa. Sin embargo, también es una etapa ideal para tomarnos pausas creativas, una especie de tregua fecunda para revisitar nuestros valores y prioridades de vida.
La cuarentena creativa tiene una condición: estar informados, pero no sobre-informados. Si solo buscamos lo que sucede fuera de nosotros, no habrá paz ni discernimiento. Por ello, lo primero es evitar la saturación y limitar la exposición a las noticias, solo dos veces por día. Las informaciones redundantes se convierten en un acto desesperado para la amígdala del cerebro, un órgano que potencia el peligro que nos acecha.
Si tomamos precauciones y nos aislamos en casa, pero al mismo tiempo mantenemos la amígdala en «modo peligro», no podremos ser creativos ni productivos, porque el miedo nos gana.
Una manera de vencer la incertidumbre es viajar hacia adentro y potenciar los momentos de soledad y silencio. Mi primera práctica, que he retomado con fuerza en esta cuarentena, es el diario de gratitud. Ahí escribo cuatro o cinco razones concretas de por qué hoy doy gracias.
En segundo lugar, miremos con objetividad la balanza de ingresos y gastos, las suscripciones, los gimnasios que pagamos y a los que no vamos… Analicemos el desglose como si fuera el de un amigo o el de un hijo, para ser neutros y dilucidar qué necesitamos ahora. La distancia revalorizará dónde invertir el dinero, en un período de preocupaciones, mientras regresa un tiempo mejor.
También recuperemos el «vómito de la mañana», que consiste en escribir todo lo que viene a nuestra mente en tres hojas en blanco. No es literatura, sino un drenaje en el que pueden salir asuntos incoherentes o turbios. En su libro «El camino del artista», Julia Cameron lo propone bajo el nombre de páginas matinales. Yo le llamo el «vómito de la mañana», que deja ir lo que nos hace pesados por dentro, lo que nos sobra.
Por último, no olvidemos mover el cuerpo y practicar yoga y meditación en casa. Si aún no sabes meditar, puedes utilizar las opciones gratuitas de nuestra app «Escala Meditando».
Todo suma en el proyecto de crear la siguiente época. Estamos en un tiempo nuevo y debemos aceptar la realidad. Ahora nos toca apreciar lo conseguido y recordar que la felicidad pasa por nosotros. Hay que gerenciar nuestra paz más allá de la circunstancia. No nos dejemos abatir por la adversidad. El mundo nos está dando una segunda oportunidad.
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