El sentimiento es de opresión, nadie habla, el silencio en el autobús es absoluto. Nos espera una visita a un lugar de dolor y exterminio: Auschwitz, Polonia. Al entrar hay una placa que señala el lugar preciso donde a las madres se les separaban de sus hijos. Las escenas más desgarradoras fueron captadas por las cámaras de los guardias nazis. Los niños de brazos eran arrancados por la fuerza del pecho de la madre, que se resistía a soltar a su bebé. Niños de un año, dos, tres, cinco abrazados a las piernas de sus progenitoras. Su llanto convertido en alarido al verse en los brazos de un extraño.
Años después, finalizada la Segunda Guerra Mundial, los guardias de la Alemania nazi de 1940, los mismos que no titubearon en cometer esos actos criminales, fueron interrogados antes de su ejecución. Su argumento fue el mismo. ¨Esos niños eran para nosotros inferiores, muy diferentes a nuestros hijos. Además, sólo cumplimos órdenes. Era la ley¨. Para ellos no importaba que esa ley incluía el extermino de gente inocente, incluidos niños recién nacidos.
La política de no separar familias en la mayoría de los países siempre ha sido la misma. Aún el Presidente Franklin Delano Rosevelt en su infame decisión durante la Segunda Guerra Mundial de enviar a japoneses estadounidenses a diferentes campos de concentración (muy elegantemente llamados internment camps), se aseguró que las familias permanecieran juntas.
Una de las personas que llegó a la edad de 10 años junto con sus padres a vivir en uno de esos internment caps es ahora mi vecina, a la que llamaré Jen. ¨Esto es peor de lo que nos pasó a nosotros. Al menos respetaron la unidad familiar. Yo no creo que hubiera sobrevivido si me hubieran separado de mis padres. Esto que está haciendo este Presidente es horrible, es más que inhumano. Ya no sé cómo calificarlo¨, afirma Jen.
El actual Presidente con su política de ¨Cero Tolerancia¨ se ha acercado, como ningún otro, a la política de la Alemania de 1940 que con la consigna de que primero era su país y su gente, cometieron los crímenes más atroces que los marcaron para siempre.
La historia nos muestra que un país que abusa de los más débiles e infringe horribles sufrimientos a los que considera ¨indeseables¨ e ¨inferiores¨ termina desplomándose bajo el peso de sus yerros y de su falta de humanidad.
Es un acto criminal, sin precedentes en este país, el hecho de que casi 2,500 niños, incluidos cientos de bebés, hayan sido arrancados de los brazos de sus madres, que llegaron a este país en busca de asilo político, y llevados a centros de detención donde están a cargo de extraños, sin que nadie, hasta el día de hoy, pueda constatar que están bien atendidos en sus necesidades básicas.
Mentiras del Presidente.
Mientras tanto, el Presidente es recibido con aplausos y vítores por sus seguidores que lo consideran ¨El Salvador¨ de la nación. Ante ellos, el Mandatario repite las mismas mentiras, que no por repetirlas una y otra vez se convierten en verdades. Insiste en culpar a los demócratas de la decisión, que él y su Procurador General Jeff Sessions tomaron. La de separar a las madres de sus hijos para que sirviera de lección para todas aquellas que intentaran hacer lo mismo: Huir de la pobreza y la violencia que viven en sus países y buscar asilo político en el país más poderoso de la tierra.
Las imágenes de niños sentados durante horas en jaulas de metal, otros dormidos en el suelo, unos más llorando en las esquinas suplicando ser llevados con sus padres, y sobre todo el más inhumano, la imagen de hileras de cunas con bebés que reclaman con su llanto los brazos de su madre, deben servir para que en las próximas elecciones de noviembre, el voto sea masivo y se haga una limpia de republicanos en el Congreso. Esta es la única forma de detener a tiempo este tren de destrucción que amenaza con hacer de la barbarie un acto común y rutinario en este gran país.