POR DRA. NANCY ÁLVAREZ
Yugle Rivas es una de nuestras psicólogas infantiles en el show dranancy.com. A mí, personalmente, me encanta. Escogimos este tema porque aún hay gente, y sobre todo padres, que opinan todo lo contrario. Siguen pensando que “la letra con sangre, entra”.
La vieja escuela, o sea la tradicional, es donde muchos opinan que una nalgada a tiempo nunca los traumatizó y que los gritos nunca le hicieron daño. Consideran que un papá que grite es lo mismo que uno que tenga firmeza y carácter. Confunden el carácter con “el mal carácter”.
Un papá que grita, llena el cerebro del niño de cortisol, la hormona del estrés, y le pone un sello fatal a su vida y a su autoestima. Somos producto del lenguaje, que nos construye o destruye.
Muchos problemas de comportamiento provienen de no enseñar a los niños, en su casa, los límites que deben respetar. Las emociones nos enferman o nos sanan.
El niño “pide” control con su comportamiento agresivo, con no quedarse quieto, no obedecer. Es una forma de pedir ayuda a sus padres, para que sean firmes. El niño no hace lo que tú le digas que haga, sino lo que tú haces. Él aprende de los modelos que copia en casa. No es lo mismo ser firme que agresivo. Una cosa es el miedo y otra es el respeto. Una es la autoridad y la otra es el miedo.
Desde todo punto de vista científico, los gritos y el maltrato hacen daño a padres y niños. El lenguaje suele colocar etiquetas a los niños que influyen en su personalidad, toda la vida. Muchos niños no han disfrutado los eventos importantes de la vida, porque tenían terror de dañarlo todo por considerarse, por ejemplo, “torpes”.
Y esa etiqueta fue puesta por sus padres desde pequeños. Ojo, padres, eviten usar calificativos como esos. Las etiquetas que usamos para definir los comportamientos de los niños se pegan a nuestra personalidad y nos persiguen hasta el final.
Ojo con la relación con los hermanos, ya que esa comunicación nos afectará hasta que seamos adultos. Es común el abuso entre los hermanos, al comunicarse de forma abusiva y así marcarse de por vida. Por ejemplo, “gorda”, “estúpida”, “malcriada”, etcétera.
Los padres quieren que sus hijos tengan carácter, expresen sus emociones y defiendan lo que piensan, pero hoy tenemos problemas porque nuestros niños no tienen esas capacidades. Infancia es destino. Si los niños crecen con esos niveles de cortisol en el cuerpo, serán adultos con problemas emocionales. Criar un hijo hoy es ciencia, ya no podemos excusarnos.
Los recuerdos más significativos de los niños son los momentos que has vivido con ellos. No son las cosas caras. Recuérdalo.