Texto y fotos por: Patti Reyes
IG @lapattireyes
Las noches son para escuchar ecos de nostalgia y melancolía, y la noche del viernes los Temerarios se dieron el lujo de transformar La Velaria de la Ciudad de León, Guanajuato en santuario de sonidos indelebles e impalpables. Los Temerarios (El legado del amor) ofrecieron una cita imprescindible de su exitosa gira de despedida Hasta Siempre Tour para los viejos aficionados, y los nuevos adeptos que llenaron el recinto demostrando su devoción, amor y respeto.
Con el tronido de “La mujer que soñé” como cortinilla, las paredes del recinto se doblaban sobre sí mismas previniendo el impacto de Los Temerarios sobre la multitud. Gritos, saltos, sudor, riffs, redobles, y Gustavo, uno de los frontmans más energéticos y ligeros de espíritu que ha irrumpido el oído público de la música grupera, y su glorioso y enigmático hermano Adolfo en los teclados, acompañaban cada uno de los cortes que la agrupación tiraba desde el escenario.
“Buenas noches donde la vida no vale nada, ¡Arriba León, Guanajuato!, bienvenido a cada uno de ustedes, venimos a cantar siempre con todo el corazón, y ante todo ofrecer lo mejor que traemos cada uno de los muchachos. Así que la vamos a pasar muy bien, y me supongo que hay mucha gente de todo el estado de Guanajuato, es por eso que ahorita vamos a ir recordando todos esos lugares que durante muchos recorrimos, desde la población más humilde, el ranchito más chiquito, o pueblo, todos los lugares que siempre nos recibieron con los brazos abiertos. ¡Es un honor estar con todos ustedes, a divertirse León, Guanajuato! Le cedo la palabra a mi hermano”, exclamó Gustavo.
“Que hermoso el cariño que ustedes nos muestran, que padre. Estamos viendo por aquí al frente jovencitas, niños, que buena onda. Buenas noches, vienen muchos amigos míos a compartir y por supuesto a todos ustedes amigos en general gracias por ese cariño tan grande,” dijo Adolfo.
De “Enamorado de ti”, “Tu infame engaño” y “Una tarde fue”, avanzamos frenéticamente hasta “Como quisiera volver”. De ahí seguimos con “Ya me voy para siempre”, “Tu última canción”, “Dímelo, “Solo te quiero a ti”, “Si tú te vas” y “Luz de luna” (canción que Gustavo le dedicó a sus dos amores: su hija y su esposa Priscilla), dejándonos más que preparados para abandonar garganta, costillas y pulmones al grito de “Te hice mal”. Unos gritaban enardecidos los nombres de Gustavo y Adolfo, mientras otros emocionados lloraban y cantaban. “Ahora sí me puedo morir tranquila”, “Por favor no se retiren”, “Siempre estarán en mis corazones”, exclamaban. Veíamos fans empapados de sudor, siguiendo el ejemplo del mismo Gustavo, parecía no haber un solo punto entre escucha y escucha que no se moviera tan intensamente como el sonido frente a ellos.
Gustavo y Adolfo Ángel, las mentes detrás de estas melodías soñadoras, tejieron un telar sonoro en donde destacaron sus cientos de éxitos de amor y desamor. La velada se convirtió en un viaje a través de paisajes sonoros que ondeaban entre la melancolía y la nostalgia, mientras el público de todas las edades se dejaba llevar por la corriente de sonidos que escucharon en su adolescencia y juventud y que hoy por hoy forman parte del soundtrack de su vida.
Le siguieron los temas “Ven porque te necesito”, “Acepta mi error” y “Porque te conocí”, para continuar con un homenaje a los grandes de la música mexicana: Vicente Fernández y Juan Gabriel, con las melodías: “Qué de raro tiene”, “La diferencia” y “Ni en defensa propia”. Género que le va muy bien a Gustavo, en ellas derrocha sensibilidad y potencia de voz.
Al término de estas, Gustavo recibió un sombrero de charro de regalo, gesto que agradeció con la enorme sonrisa que lo caracteriza.
Eran las 23:00 horas, arriba y debajo del escenario, ¡era la locura! Seguían “Una lágrima no basta”, “Eres un sueño”, “He intentado tanto, tanto” y “Como tú”.
Después se escucharon las notas de “Sé que te amo”, los asistentes sabían que era el momento de cantar de Adolfo, los gritos ensordecedores de las señoras, jóvenes y adolescentes inundaron el recinto.
Para continuar con la cumbia rica y deliciosa de “Comer a besos”.
Evidentemente canciones como “Ahí estaré yo”, “Botella envenenada”, “Sí quiero volver”, “Solo te quiero a ti”, “Ven porque te necesito”, “Te quiero”, “Mi vida eres tú”, “Enamorado de ti”, “Tu infame engaño”, “Una tarde fue”, “Como te recuerdo”, “Como quisiera volver” y “Tu última canción, resonaron en un espacio que, por unas horas, parecía desafiar la temporalidad y el espacio, sumergiendo a todos en una atmósfera cargada de recuerdos, sueños y emociones expresadas de diferentes maneras.
El público regresó a Los Temerarios dos veces al escenario, nadie quería que terminara, pero después de casi 3 horas de concierto, era el momento de la despedida, Los hermanos Gustavo y Adolfo agradecieron el amor y fidelidad de todos los presentes, se les veía en sus ojos ese brillo de alegría, gratitud y nostalgia, sabiendo que era la última vez que pisarían juntos el suelo guanajuatense.
Esos gritos demostraron una vez más que Los Temerarios no sólo se escucha, sino que se siente, se vive y se respira en cada nota desplegada en un escenario mágico, minimalista y elegante, con visuales que nos trasladan al pasado, que ya hemos visto tantas veces, pero que no nos cansamos de revisitarlos.
Entre experiencias contenidas, nuevas memorias y la añoranza materializada en los aires, Los Temerarios ofrecieron una noche apoteósica en donde se demostraron a ellos mismos y al público que, por acá en suelo leonense, siempre tendrán un público que le dé sentido a sus canciones de la manera más poderosa posible. ¡Hasta siempre! ¡Gracias por darle vida a la música romántica!
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