Por Alicia Alarcón
José José llegó puntual a la entrevista de radio, impecable su saco beige, el pantalón del mismo color y un pañuelo en la solapa. Un caballero atento y generoso con fotografías y autógrafos para los que se le acercaban por los pasillos. Entrevistarlo fue para mí un honor y una gran oportunidad de averiguar más de este ídolo de mi generación.
La charla giró sobre su, entonces, reciente tragedia, la de perder su fortuna que había dejado en manos de su esposa Anel Noreña y su cuñado.
«Me decían: tú no te preocupes nomás canta», asegura José José.
«Y así lo hice, pero me dejaron sin nada» complementó el ídolo en aquel entonces.
Aquella revelació, que ya era del dominio público, la hizo sin odio, sin rencor, pero sí con mucha frustración y tristeza.
«Me dejaron sin nada¨, recuerdo que dijo.
En esa ocasión confesó que su etapa de alcohólico había quedado atrás y que iniciaba una nueva vida en la que esperaba recuperar algo de su fortuna.
Su garganta tenía otros planes, poco a poco, la voz de una de las figuras más reconocidas de México se fue apagando, tanto que en su rostro se reflejaba el esfuerzo por alcanzar unas notas que se le volvían huidizas. Lejos habían quedado las presentaciones en grandes escenarios y las apariciones espontáneas que solía hacer con los amigos en restaurantes locales. En donde cantaba sin público ni reflectores, sólo por el gusto de cantar.
La segunda vez que lo entrevisté ya tenía una nueva familia. Sara Salazar y un bebé en camino. La situación económica de José José era apremiante y su voz ya no le ayudaba para ganarse la vida. La gente dejó de acudir a sus conciertos, se había quedado solo. Ninguno de los promotores que se hicieron ricos con sus conciertos salió a darle la mano, y si lo hicieron, nadie se enteró
Para los que tuvimos la oportunidad de escuchar de primera mano las vicisitudes que el desfalco que le hizo su segunda esposa junto con su cuñado ocasionó en su vida, nos resultó una ironía, por lo menos a mí me lo pareció, una burla, el hecho de que las personas que tanto daño le hicieron en vida, hayan sido el centro de atención de los medios y las que recibieran el pésame por su partida. Su ex esposa Anel, se le vio muy animada, saludando con desparpajo a muchos de los asistentes al homenaje póstumo que le hicieron en Bellas Artes al Príncipe de la canción. Efectuado hace dos semanas. El colmo, casi una afrenta a su memoria fue el hecho de que lo hayan velado en un féretro dorado, que algunos aseguran, tenía chapas de oro sólido. Esto, dadas las situaciones de escasez que vivió en la última etapa de su vida.
Todo el circo y los abusos publicitarios que con su nombre y figura hicieron sus familiares, se pudieron haber evitado con la presentación de un solo documento. Se llama Living Trust y es un documento legal que se hace en Estados Unidos donde la persona enumera en detalle todo lo que quiere después de su muerte así como a quien le deja todos y cada uno de sus bienes. También ahí estipula si quieren que lo entuben o lo dejen morir tranquilo. El primer error de José José fue el haber dejado el control de sus finanzas en manos de su ex esposa y su cuñado y esperarse 25 años para averiguar cuanto tenía en su cuenta. El segundo error fue no haber asegurado ese Living Trust que le hubiera costado 1,500 dólares y en el que interviene un abogado. En ese documento se especifica también quién será el Trustor, es decir la persona que se encarga de que todo se haga de acuerdo a su voluntad.
En mi opinión, la ausencia de este tipo de documento es lo que ocasionó los pleitos y desavenencias familiares. «Qué yo quiero que se entierre acá». «No, aquí dice que quiere que se le entierre allá». Y así se hace. La voluntad del difunto es lo que prevalece ante un juez. En muchos casos se da la existencia de dos áLiving Trusts, esto se da cuando aparece un ¨listo¨ o ¨lista¨ (nunca faltan) que se las ingenia para llevar al casi moribundo a hacer otro Living Trust, que invalida al primero. En estos casos se puede demandar al pariente que lo hizo y presentar pruebas de que hubo malos manejos en la elaboración del nuevo documento. La ambición de algunos no tiene límites.