Por Alicia Alarcón.
Los camarógrafos apagaron las cámaras y las reporteras y reporteros guardaron los micrófonos. La noticia ya no es noticia. Los rostros de desamparo ya no conmueven como al principio y los reflectores se enfocan ahora en otros rostros, en otros acontecimientos.
Sin embargo, para los más de cinco mil migrantes que continúan en albergues en Tijuana la situación sigue igual de desesperante como el primer día que llegaron. Ellos no entienden por qué las cámaras se fueron y ya nadie les pregunta por sus historias. Nadie les explica que su tragedia se difundió de tal manera que terminó en rutina. Ya no conmueven como al principio y el efecto del gas lacrimógeno sobre sus rostros curtidos fue tan breve que ya es historia.
Los noticieros se marcharon y con ellos las imágenes grabadas de su travesía que terminaron archivadas junto con muchas otras. Lo que quedo atrás en la frontera son dos grupos, que dejaron de ser noticia. El primero integrado por soldados, alertas, vigilantes, que miran con catalejos al Sur y cualquier actividad la reportan como amenaza. Su comandante en jefe les ha dado libre albedrio. ¨Pueden usar fuerza letal si la consideran necesaria.¨ El segundo grupo desde la frontera mexicana, disperso temeroso se aferra a la esperanza de cruzar, de alguna manera, la frontera y llegar al Norte.
La primera tormenta de diciembre cayó y para el primero fue necesario guarecerse en sus tiendas de campaña para no mojarse. Para el segundo fue la primera prueba de resistencia y estoicismo. Los padres suplicaron para que los trasladaran a un albergue techado. Sus hijos podían morir de pulmonía si se quedaban a dormir en el suelo mojado.
La respuesta a su petición fue inmediata, el Presidente Municipal de Tijuana se encargó de hacerla pública: ¨No hay cambios. Se quedan dónde están¨. Juan Manuel Gastélum en su calidad de funcionario local sepultó con esas palabras la tradición y la imagen de Tijuana, una región que hasta entonces, se había caracterizado como un ejemplo de hospitalidad para todo migrante. Gastélum continúa firme en su postura de rechazo ante el cuadro trágico de aquellas miles de personas que le aseguran que no piensan quedarse en la frontera. ¨No nos interesa quedarnos aquí. Nuestro objetivo es llegar a Estados Unidos¨. El funcionario no entiende que aquellas personas no caminaron durante días y arriesgaron su vida para cambiar la pobreza que dejaron atrás por otra de miseria que temen, tendrán, si se quedan a vivir en esa ciudad fronteriza.
Ante la actitud de rechazo a los migrantes hondureños, de Gastélum, la población local se divide y las críticas le llueven al funcionario de todos los sectores de la población. Se suman a ellas intelectuales renombrados de la capital mexicana. ¨El Patas como Presidente municipal está atizando los peores sentimientos de xenofobia y racismo¨, dijo Antonio Attolini, asesor de MORENA. Para la escritora Elena Poniatowska ¨es una situación muy dolorosa y también política provocada por Trump para que resulte reelecto¨.
En otra frontera cercana, se publica la primera entrevista con los padres de la niña, de padres hondureños, que nació en suelo mexicano. La niña de nombre Catleya vivió en el vientre de su madre la experiencia de recorrer más de 4,000 kilómetros para llegar a Mexicali. Sus planes eran continuar hasta Tijuana y de ahí solicitar asilo para ingresar a Estados Unidos. Paulina y Juan Manuel narran su experiencia a la reportera del Diario La Voz, Erika Gallego, le cuentan que su primer pesadilla se dio al cruzar la frontera de Guatemala, al ser recibidos con gases lacrimógeno por las autoridades mexicanas.
La pareja, hizo el trayecto desde San Pedro Sula, Honduras a pie y a veces en autobús. Las últimas 20 horas de su travesía fue la de mayor peligro, al llegar a Mexicali, Paulina empezó a sentir los dolores de parto. La niña nació horas después en el Hospital General. ¨Gracias a Dios nos quedaban 300 pesos, el taxi que nos llevó al hospital nos cobró 250¨, a asegura Juan Carlos.
Los medios de comunicación tienen el poder y los recursos para mantener viva la historia de la Caravana Migrante. Pueden influenciar la opinión pública de tal manera que la sociedad responda con empatía y se ayude a esas miles de familias a regresar a sus lugares de origen o a que se regularice su documentación para quedarse como documentados en México. Por ahora es urgente que se le exija al Presidente Municipal de Tijuana una actitud compasiva y se lleven a todas las familias a espacios cerrados.
Los migrantes hondureños deben entender, por su parte, que la postura de este Presidente no sólo no va a cambiar sino que se endurecerá más todavía. El Presidente ha implementado la política de ¨tortuguismo¨ y eso implica que puede tomar años tramitar un número mínimo de solicitudes de asilo.