La hija de oaxaqueños juramentó como abogada ante la jueza Songhai Armstead, la persona que le otorgó la confianza para enderezar su camino en el 2016

Por: Nora Estrada
Los Ángeles.- En 2016, Ester Méndez compareció ante el juez retirado Songhai Armstead, quien entonces ejercía como juez en funciones.
En ese momento, Méndez era una acusada penal que enfrentaba una pena de prisión. En lugar de ser encarcelada, solicitó una alternativa: arresto domiciliario para poder recibir tratamiento de salud mental y comenzar su educación.
Armstead vio su potencial y le concedió esa oportunidad.
Casi una década después, Méndez se graduó de la universidad y la facultad de derecho, y aprobó el examen del Colegio de Abogados de California en su primer intento.
En un momento de cambio radical, para Ester era importante juramentar como abogada, nada menos que ante la propia jueza Armstead.
Esto es más que un hito: es un conmovedor recordatorio de lo que es posible cuando invertimos en las personas y creemos en el poder de las segundas oportunidades.
“Siento esta realización como un sueño. Como que todavía estoy disfrutando el momento de mi juramentación de abogada. Nunca imaginé que iba a llegar hasta donde he llegado, y menos cuando me metí en problemas con la ley”, expresó Méndez, ahora más empoderada. “En esos días no sabía que me iba a convertir en abogada. Me siento orgullosa de lo que ahora soy gracias a las segundas oportunidades”.
Ahora, la hija de padres oaxaqueños, trabaja en la Oficina de Defensa Pública de Los Ángeles y asegura que presumirá con orgullo sus raíces indígenas zapotecas peinada con trenzas y vistiendo huipiles.
“Llevar trenzas a los tribunales y Corte para mí es un símbolo de resistencia contra el sistema que oprime a las personas marginadas”, expresó.
El programa de segunda oportunidad de Justice, Care, and Opportunities Department (JCOD) del Condado de Los Ángeles se enfoca en brindar apoyo y oportunidades a personas que han sido afectadas por el sistema de justicia penal.
Busca reducir la reincidencia, prevenir la delincuencia y ofrecerles una segunda oportunidad para integrarse a la sociedad.
JCOD trabaja para eliminar barreras, restaurar la dignidad y crear caminos hacia oportunidades para estas personas.
Méndez, de 33 años, comparte su historia para inspirar, demostrar que una segunda oportunidad puede mejorar vidas y para ser ejemplo de que la justicia restaurativa existe.

Con todos los problemas personales que tenías encima ¿Qué te impulsó seguir adelante y convertirte en abogada?
Quería tener una voz en la Corte y en las leyes. Quería decir con mi propia boca lo que siento, lo que sentí y lo que yo y muchos necesitamos.
Quería poner una voz de experiencia, no una voz de teoría. Una voz de quien tuvo la experiencia, de quien vivió las consecuencia de sus errores.
¿Cuáles fueron tus errores?
Nadie nace cometiendo errores, todos nacemos inocentes, pero a veces tenemos experiencias en la vida que nos hace actuar en contra de la ley.
Muchas personas sufren de salud mental y muchas veces se convierten en alguien negativo porque no cuentan con lo que necesitan para salir adelante y sanar. Fue mi caso.
Aunado a eso, experimenté las consecuencias que arrastra la pobreza. Cometí actos indebidos, actos que me llevaron a prisión.
Contaré los tipos de errores que cometí después.

¿Qué opinas de las segundas oportunidades?
Son válidas y valiosas. En mi caso, quiero demostrar que una persona, aunque cometió errores, puede salir adelante si le dan la oportunidad y los recursos. En mi caso fueron terapias y doctores. Ahora puedo demostrar que con ayuda pude cambiar mi vida para bien.
Y no solamente cambiar nuestras vidas, sino también ayudar a quienes nos necesitan.
Ahora hay muchas personas que están sufriendo y nos necesitan cuando llegan a una Corte. Creen que nadie los entiende.

Pero cuando encuentran a una persona que ya pudo superar todo eso y está en posición de ayudar, es una oportunidad para ellos.
Para mi, la abogacía no es solo un trabajo, es una oportunidad para demostrarles que existen personas dispuestas a brindar ayuda y compasión sin juzgar.
Quiero que encuentren en mí a la persona que yo en mis tiempos no encontré.
Hiciste tu juramento con la jueza quien te dio la segunda oportunidad, ¿Qué representó eso para tí?
La jueza Songhai Armstead llevó mi caso en mi último DUI.
En ese momento me querían meter a la cárcel, y como yo ya había tenido experiencia en la cárcel, sabía que era un lugar muy difícil porque había otras mujeres en prisión muy impactadas por el sistema. Existe una falta de buena comunicación y surgen las peleas porque todas estamos estresadas y traumadas.
Muchas de nosotras fuimos víctimas, pero como estuvimos adentro por actos de crímenes, nadie nos mira como víctimas en esos momentos.
Cuando estuve en prisión me encontré en una situación en la que tuve que pelear para protegerme porque me negué a aceptar drogas. Era un momento muy difícil para mí en el que no quería drogas. Cuando les dije no, me puse en una situación vulnerable.
La presión no fue un lugar donde me pude recuperar.
Entonces, le dije a la jueza Armstead que por favor no me enviara a la cárcel, que por favor me dejara continuar mi programa de recuperación afuera porque quería atender mis clases en Santa Monica College.
Le prometí cambiar mi vida.
Y me dio la oportunidad. Me gradué de ese programa y me gradué del Santa Monica College.
Ahora soy abogada y no he cometido más errores. Me recuperé.
El noviembre pasado presenté y pasé mi examen para ejercer como abogada, pero como tuve un récord criminal, no me dieron oportunidad de ser abogada inmediatamente, tenía que esperar hasta marzo del 2025.
Ahora ya estoy ejerciendo como abogada. Estoy trabajando como defensora pública.

Dices que quieres levantar la voz ¿A quién quieres representar?
A las personas mas vulnerables que están en prisión, a los indígenas, latinos, afroamericanos, discapacitados, personas con problemas mentales y a la comunidad LGBTQ.
Me identifico con algunos de esos grupos.
De pequeña tenía problemas de aprendizaje, pero no me trataron porque había desconocimiento. Eso impactó en mi día a día sin atención médica.
Y como oaxaqueña he sufrido mucha discriminación. Mientras crecía, muchas personas me hicieron sufrir por eso.
Ahora quiero decirle a mi comunidad que soy oaxaqueña y una abogada que fue encarcelada en el pasado. Decirles que no importa qué experiencia hemos sufrido y no importa lo que la sociedad piensa de nosotros.
Como mujeres, somos inteligentes, fuertes y bellas.
Durante muchos años yo no me sentía valorada y pensaba que no merecía la vida.
Ahora me siento bendecida con estos logros y darle esperanza a las mujeres que quieren llegar a profesionales.
Desde la primera entrevista que tuvimos hace dos años a la fecha te siento más segura de ti misma, más empoderada ¿Sientes que has cambiado mucho?
Si, porque mi jueza me está guiando un poco y ella me dio consejos y me dijo que es mejor contar la historia en vez de tener miedo. Ahora tengo fe que si cuento la historia le va a ayudar a otras personas.
Me siento confortable conmigo misma. Con ganas de cambiar y conquistar el mundo.
¿Qué opina tu familia?
Están muy contentos.
Todavía me acuerdo cuando me gradué de la UC Irvine. Vi a mis padres llorando de orgullo. Eso me tocó mucho el corazón porque cuando yo estaba joven sufrieron mucho porque no sabían cómo ayudarme, sobre todo con mis problemas mentales.
Yo se que mis padres sufrieron mucho porque muchas personas me juzgaban.
Pero ese día que me gradué, ellos sabían que yo ya estaba bien y que ya no se tenían que preocupar por mi.
Me acuerdo que mi papá me dijo, ahora qué vas hacer ¿Trabajar o hacer terapias?
Le contesté: ‘No papi, sorry, pero me voy a ir a la escuela de leyes’.
Y se sorprendió.
Ahora, ya graduada de Leyes y ejerciendo como abogada, mi papá (Alejandro Méndez) está muy orgulloso de mi. Él es muy inteligente, activista, pero sobre todo, me enseñó a ser una mujer oaxaqueña con mucho orgullo.
En tu juramentación llevaste trenzas y una blusa de Tehuana ¿Por qué?
Cuando me gradué de Santa Monica College, cuando me gradué de leyes y cuando me juramenté de abogada también llevé trenzas porque para mi es un símbolo de resistencia contra el sistema que oprime a las personas marginadas.
Tuve opciones de peinarme de otro modo y vestir un traje como cualquier otra abogada, pero no quería aparentar otra persona que no fuera yo.
Yo quise juramentar como una oaxaqueña orgullosa enfrente de mi familia, enfrente de mi comunidad porque para mi es un orgullo poder pararme y mostrar mis raíces porque fue muy difícil llegar hasta donde he llegado.
Y planeo seguir representando mis tradiciones en cortes o tribunales y donde pueda porque además, como el cinco o seis por ciento de los abogados de Estados Unidos son latinos, somos muy poquitos, y ese número baja hasta un tres por ciento cuando contamos a las mujeres latinas.
Cuando vemos los números de cuántos abogados son indígenas, imagino que no hay suficiente representación.
Así que quise que el mundo viera a una mujer indígena juramentando.