Por Alicia Alarcón
Cuatro propuestas fueron sometidas a votación la semana pasada y las cuatro fueron derrotadas por los contrarios, unas menos aceptables que las otras, al final el Senado terminó con las manos vacías y los ¨Dreamers¨ quedaron una vez más en ¨veremos¨.
Los demócratas derrotados, en principio, por su indecisión y su miedo a perder la ¨chamba¨ en las siguientes elecciones. Su temor es el mismo de siempre, ¨ellos se preocupan más por los ilegal aliens que por nosotros los ciudadanos.¨ Así claudicaron una y otra vez a favor del Presidente y sus seguidores.
Ahora el destino de más de 800 mil jóvenes que fueron traídos a este país en su infancia y, que recibieron muy poco de la administración pasada, queda de nuevo a la deriva. Por ahora la fecha 5 de marzo próximo, fijada por el Presidente, para que se conviertan en comunes indocumentados, ya no aplica porque un juez federal le puso un alto a esa disposición; ante esta acción, el Presidente le ha pedido a la Suprema Corte de Justicia que invalide la orden de este juez. (Y eso que el Presidente dice que le caen bien estos muchachos.)
¿Qué sigue ahora?
Para que una propuesta de ley llegue al escritorio del Presidente, éste la firme y se convierta en ley, tiene que ser aprobada por El Senado y la Casa de Representantes. (La Casa de Representantes es el equivalente a la Cámara de Diputados en nuestros países.) El Senado ya fracasó en su intento de aprobar una ley, ahora le toca a la Casa de Representantes proponer una ley que favorezca a los ¨Dreamers¨ y enviársela al Senado para que la apruebe. El obstáculo más grande para que esto suceda se encuentra en sus miembros, la mayoría son republicanos que son reelegidos con el lema ¨fuera los ilegal aliens y no a la inmigración¨. Ellos se refieren a la inmigración de países del Sur. A los que vienen de Europa ni entrevista les hacen, son aceptados de inmediato.
Ante ese panorama, el pensar que de la Casa de Representantes va a salir una ley que favorezca a los migrantes y a los ¨Dreamers¨ es una fantasía. Ellos van aprovechar para acabar con la integración familiar de los migrantes, en su mayoría de Latinoamérica. ¨No necesitan traer a sus papás y hermanos. Con su esposa, esposo e hijos basta¨. Ellos son los que ahora han decidido que las familias migrantes, sin papás y hermanos viven mejor. Por supuesto, esta política no se aplica a ellos. Porque todos son rubios y anglosajones. Hasta ahora no he encontrado, entre ellos, uno que sea de raza negra y opine lo mismo.
Entre los mexicanos y centroamericanos el porcentaje que se hace ciudadanos de este país es del 40% comparado con el 74% de migrantes que han llegado de otros países. Eso debe cambiar. Yo fui una de las personas que por ese nacionalismo recalcitrante que tanto daño nos ha hecho, me resistí al principio de jurarle a una bandera que no era la mía, fue mi esposo que me hizo entender la diferencia entre un ciudadano y un emigrado. Gracias a mi ciudadanía pude, entre otras cosas, traer a mi madre y emigrar a otros hermanos que faltaban. La mayoría emigró gracias a mi padre que se hizo ciudadano. Yo tuve la fortuna, como la han tenido miles por tantas décadas de poder hacerlo porque las leyes migratorias así lo establecen. Esto puede cambiar. Si la mayoría republicana junto con el Presidente se salen con la suya, el núcleo familiar latinoamericano se verá alterado para siempre. No es tarde para que los demócratas retomen el rumbo y se opongan a cualquier medida que impida al ciudadano migrante traer o arreglarle sus documentos a padres y hermanos. Deben saber que nuestra familia no es negociable.