Por Alicia Alarcón.
Acostumbrado a ganar a través del insulto, la humillación y la amenaza, el Presidente de Estados Unidos Donald Trump ya se dio cuenta que China no es México ni Guatemala. A un año de haberle declarado una guerra comercial, el país asiático le demuestra que lejos de retroceder ante sus nuevas amenazas, avanza con más bríos en una batalla que no está dispuesto a perder, aún a costa de poner en peligro la estabilidad económica de algunas de sus provincias.
No es la primera vez que China se enfrenta a un enemigo que se consideraba superior en todo. En 1937 Japón invadió China con la seguridad de una rápida victoria. Japón contaba con uno de los ejércitos más poderosos del mundo y a pesar de ser en tamaño 20 veces menor que China, confiaba en su poderío militar para apoderarse del territorio de su vecino para así avanzar en su objetivo de dominar al mundo. A pesar de no contar con sofisticado armamento, aviones de combate y barcos de guerra China, en una guerra desigual, resultó al final victorioso.
Es sabido por todos que la historia no es el fuerte del Presidente, corresponde a sus asesores ilustrarlo sobre los acontecimientos mundiales que han forjado a cada nación. El Presidente debió de haber sido informado de manera oportuna que China es superior a Estados Unidos en muchos frentes. La cultura de China es milenaria data de hace 4000 años. Su territorio es uno de los más grandes del planeta, superior en extensión al de Estados Unidos en una tercera parte. Sus inventos fueron los que cambiaron al mundo. Fueron ellos los primeros astrónomos, los que dotaron al mundo de una brújula para cruzar los mares. Inventaron la pólvora como elemento de diversión no destrucción. La cerámica lleva su nombre ¨china¨ porque ellos la crearon y sobre todo China cuenta con una arma invencible, la más grande de todas. Su población: 1,392,730,000 de habitantes.
También el Presidente debió de haber sido sensibilizado sobre las aportaciones que los chinos han hecho a este país, comenzando con las construcciones ferroviarias en la que perdieron la vida cientos de miles de ellos, sin que se les haya compensado por eso. Al contrario, fue el primer grupo a quien se le prohibió la entrada por su origen racial durante diez años. (Chinese Exclusion Act 1881) ley aprobada por el Congreso en la que también durante décadas le negó a los chinos que ya residían en el país, el derecho a la ciudadanía.
Flaco favor le hicieron al mandatario al no informarlo de lo anterior o de algo parecido ya que con la ignorancia que lo caracteriza, tomó la decisión de castigar a China por la mala costumbre que tiene ésta en adueñarse de avances tecnológicos sin pagar las justas regalías. No tomó en cuenta, ni calculó el daño que una guerra comercial con el Gigante Asiático iba a causar a este país y las ramificaciones que este acto iba a tener también en otros países menos desarrollados. También provocó un retroceso en los avances que durante 3 décadas se dieron en la búsqueda de las buenas relaciones con China. (Richard Nixon fue el Presidente que reanudó las relaciones con este país.)
El actual ocupante de la Casa Blanca, desde su llegada, siguió un libreto barato de telenovela que nada tiene que ver con verdadero plan de desarrollo de un país tan poderoso como el que gobierna. ¨Nosotros los buenos y ellos los malos¨. En su discurso, los malos han sido los mexicanos, los musulmanes, los iraníes y ahora toda su atención está en convencer al pueblo estadounidense que los chinos: ¨Nos roban, nos abusan y les vamos a ganar¨.
Lo preocupante es que el Mandatario se niega a aceptar que su estrategia lleva al país por un camino peligroso de consecuencias que apenas empiezan a notarse. Al imponer aranceles de hasta 250 billones de dólares en las exportaciones de China, provocó que este país respondiera con medidas similares contra estados agrícolas y ganaderos del país que ahora se sostienen gracias a cheques millonarios que reciben en forma de subsidio del Presidente. Los chinos también han encontrado nuevos mercados con los que ya comercian, México es un nuevo cliente en combustible y Chile desplaza a California en la venta de vinos de mesa. Por ahora en los pasillos de la Casa Blanca se extiende el temor a una recesión de la que el Presidente asegura no tiene nada que ver. ¨Todo es culpa del Presidente de la Reserva Federal¨.