Por Alicia Alarcón
En nuestros países de Latinoamérica el juez que se atreve a disentir con los designios del Presidente equivale a su sentencia de muerte, sobre todo si el Mandatario ha hecho ya públicas sus decisiones. La experiencia de la reverencia ilimitada que se le da al Presidente la viví en México. Fui parte de una delegación de mexicanos que fueron recibidos por el entonces Presidente Carlos Salinas de Gortari, los funcionarios que lo rodeaban parecían pedirle disculpas por ser más altos que él, se encorvaban ante su presencia, se apresuraban a complacer sus más mínimos deseos, y al alejarse de su presencia, lo hacían con la misma reverencia que se hace frente a una Reyna o un Emperador.
Una de las tragedias en nuestros países es el hecho de que el Sistema Judicial está supeditado a los caprichos e intransigencias del Poder Ejecutivo, no así en este país en que los jueces federales tienen total independencia del Presidente y ejercen su poder para limitar sus excesos y anular sus decisiones si las consideran anticonstitucionales.
Esta independencia es lo que hace grande a este país, y fue la que ejerció a cabalidad, el pasado martes 24 de abril, el juez federal John Bates al ordenarle al Presidente, que continuara con el programa de DACA (Deferred Action for Children Arrival) y que su petición de eliminar el programa que beneficia a casi un millón de jóvenes que fueron traídos de niños a este país, le resultaba ¨inexplicable¨ y por lo tanto la orden que dio el Presidente de suspenderla la calificó de ¨ilegal.¨
Esto significa que el gobierno debe aceptar de nuevo solicitudes para DACA y los que califican pueden, previo permiso, entrar y salir del país sin temor a ser detenidos.
En su decisión, el Juez Bates también afirmó que el Presidente había actuado de manera » arbitraria y caprichosa”. Sin embargo, le otorgó un periodo de 90 días para que explicara de manera coherente las razones que tuvo para eliminar el programa, de no hacerlo, anulará la orden del Ejecutivo de rescindir DACA y dejará al Presidente con muy pocas opciones.
Esta decisión de Bates fue un triunfo para los ¨Dreamers¨ y sus familias, ya que es muy poco probable que el Presidente se ocupe en estos momentos de contradecir las órdenes del Juez, por encontrarse en un remolino de asuntos legales que le espantan el sueño por la noche y por la mañana le han abierto el apetito por los alimentos menos saludables. Al menos esa es la explicación que han dado algunos de sus allegados en la Casa Blanca, por su repentino aumento de peso.
El Presidente está muy concentrado en la investigación criminal que se le sigue a su abogado personal Michael Cohen, también lo tiene muy irritado todas las revelaciones que ha hecho el Ex Director del FBI James Comey en su libro: ¨A Higher Loyalty, Truth and Leadership.¨ Sobre todo en un asunto por demás bochornoso para él y su familia. En uno de los capítulos, Comey narra que compartió información con el Presidente de que se le señalaba como uno de los invitados en una fiesta en Rusia, en la que la principal diversión consistió en que un grupo de sexo servidoras se orinaron unas sobre las otras, ante los aplausos y aprobación de los presentes. El Presidente, sin ocultar su indignación, negó una y otra vez que estuvo en Moscú en esas fechas, hasta que a través de Facebook se le comprobó que sí estuvo. Ante la contundencia de la evidencia, no volvió a tocar el asunto.
DACA continúa y si las cosas siguen como hasta ahora con el Presidente, la pesadilla y la incertidumbre a que fueron sometidos casi un millón de jóvenes y sus familias, muy pronto será cosa del pasado.