
Los Ángeles.-Las redadas masivas y violentas crean impactos traumáticos y retrasa el desarrollo de los jóvenes de la Generación Z (entre 12 y 27 años de edad) de comunidad latina, opinó la doctora Kiara Álvarez,profesora del Departamento de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento de la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins.
Las tasas de depresión son más altas entre los jovenes de color porque muchas veces son testigos o perdieron un familiar debido a las fuertes acciones anti inmigrantes impuestas por la Administración Trump en las comunidades de California, por lo que
“Cualquier nivel de separación de un niño de sus padres, cualquier tipo de redadas policiales a gran escala y experiencias deja un trauma de la experiencia en sí, y luego todo lo que eso afecta a los lazos comunitarios.
“Son eventos traumáticos para el desarrollo de los niños, y que incluso, si no están allí o experimentan físicamente, pero lo presencian, a través de las redes sociales o en otra parte, crean miedo y repercute en las comunidades”, dijo Álvarez.
Álvarez fue una de las oradoras de la conferencia virtual “Why Gen Z Grapples with Loneliness, Depression and a Sense of Rejection” organizada por American Community Media celebrada el 25 de Julio.
De acuerdo al ex director general de Salud Pública de Estados Unidos, Vivek Murthy, el deterioro de la salud mental de niños y jóvenes es la «crisis de nuestro tiempo».
El Instituto Nacional de Salud Mental reportó que más del 22 por ciento de los jóvenes adultos de la Generación Z reportaron haber tenido un episodio depresivo mayor y cuatro de cada 10 niños reportaron sentimientos persistentes de tristeza en el 2023.
De acuerdo al mismo organismo, los hombres jóvenes negros presentan las tasas más altas de suicidio y en el 2022, el suicidio fue la principal causa de muerte entre los estadounidenses de origen asiático de 15 a 24 años.
Aumento preocupante
Ovsanna Leyfer, profesora adjunta de Investigación del Departamento de Psicología y psicóloga clínica licenciada del Programa de Tratamiento del Miedo y la Ansiedad en Niños y Adolescentes del Centro de Ansiedad y Trastornos Relacionados de la Universidad de Boston, dijo que desde principios de la década de 2010 hay un aumento pronunciado y preocupante de los problemas de salud mental entre los jóvenes.
“La ansiedad, la depresión, el trastorno por déficit de atención e hiperactividad y los problemas de conducta se han vuelto mucho más comunes”, comentó.
Dijo que en octubre de 2021, a pocos meses del inicio de la pandemia, organizaciones líderes, incluida la Academia Estadounidense de Pediatría, declararon una emergencia nacional en salud mental infantil.
‘Pero la cuestión es que incluso antes del inicio de la pandemia de COVID-19, la situación estaba empeorando’, agregó.
Leyfer dijo que según el Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos, la cantidad de estudiantes de preparatoria que reportan tristeza o desesperanza persistentes aumentó un 40 por ciento entre 2009 y 2019.
“Lo que representa a más de uno de cada tres estudiantes. Y esta crisis no se debe a un solo factor. Es, en cierto modo, una tormenta perfecta”, señaló.
También dijo que algunos de los factores que la han impulsado esta crisis de salud mental entre los jóvenes, es el aumento del uso de redes sociales y teléfonos inteligentes.
“Lo que ha llevado a constantes comparaciones en línea, ciberacoso, miedo a perderse de algo”, dijo. “Ahora los niños y jóvenes tienen constantemente la capacidad de saber quién hace qué, dónde y en qué no participan.
Comentó que además de esto, los estudios han vinculado consistentemente que los jovenes pasan un mayor tiempo frente a la pantalla, lo que se asocia con ansiedad, depresión y alteración del sueño.
“Otro factor que ha contribuido en gran medida a esta crisis es el aumento de la presión académica y social, donde la competencia para la admisión a la universidad está aumentando. Esto, a su vez, aumenta la competencia en todas las actividades académicas y extracurriculares. Las expectativas son más altas”, dijo.
Leyfer comentó que los niños y adolescentes tienen menos tiempo para jugar libremente y disfrutar de su vida diaria.
“Además, esta mayor competencia está intensificando la presión parental, y de nuevo, esta dinámica académica y social se agrava. Gracias a la vida digital”,comentó.
“A esto se suma el impacto de la pandemia de COVID-19, una situación sin precedentes donde hubo aislamiento, cierre de escuelas, interrupción de las rutinas”, dijo. “Y, por supuesto, el aumento del estrés familiar en nuestros jóvenes. Este impacto se observó en todo el mundo, donde los estudios han demostrado un aumento de la ansiedad y la depresión infantil pos pandémica”.
Leyfer dijo que en esa época, las hospitalizaciones por problemas de salud mental se dispararon, especialmente entre las niñas en el rango de edad de adolescentes y preadolescentes.
“Esto está relacionado en parte con la pandemia, parte con la situación mundial general en que las familias se enfrentan cada vez más a la inestabilidad económica e inseguridad habitacional”, dijo. “Debido a algunas de estas cosas, y repito, después de la pandemia, las enfermedades mentales parentales están en aumento”.
Otros factores que influyen en la salud mental de los jovenes son los problemas como la ansiedad climática y los conflictos globales.
“Esto están en la mira de todos, de los niños y jóvenes, más que nunca.
Leyfer dijo que actualmente cuentan con mejores herramientas de detección para reducir un poco el estigma en torno a hablar de salud mental.
“Y podemos tener conversaciones más abiertas al respecto. Así que esta es una buena noticia con este aumento de las tasas. Existen tratamientos que funcionan’, comentó.
En casos de depresión, por ejemplo, dijo, anima a los niños y jóvenes a volver a involucrarse en actividades que habían dejado de disfrutar.
Para la ansiedad, agregó, utiliza la idea de la exposición gradual a situaciones difíciles, para desarrollar resiliencia y confianza.
“Se ha demostrado que entre el 60 por ciento y el 80 por ciento de los jóvenes con ansiedad mejoraron significativamente con la TCC, para la depresión, las tasas son algo más bajas, pero aun así, observamos efectos de moderados a fuertes, que a menudo coinciden con los efectos de la medicación.
“Y también, algo que sí sabemos sobre la TCC es que tiene tasas de recaída más bajas y enseña habilidades de afrontamiento para toda la vida, pero es a corto plazo, no es una terapia para toda la vida y se pueden realizar en clínicas, hospitales o en escuelas”, dijo.
Trauma intergeneracional
Soo Jin Lee, LMFT, terapeuta y directora del Colectivo Yellow Chair, dijo que los desafíos que enfrentan los jovenes asiáticos, asiáticos e isleños del Pacífico (AAPI) de la Generación Z son principalmente las complejidades del trauma intergeneracional, la identidad cultural y el estigma.
“Esto todavía afecta a la salud mental en nuestras comunidades. Sabemos que la Generación Z está en medio de una crisis de salud mental”, expresó.
Comentó que según la SAMHSA, aproximadamente el 22 por ciento de los jóvenes adultos de entre 18 y 25 años experimentaron un episodio depresivo mayor en 2023. Agregó que, además, el estudio de la Escuela de Posgrado en Educación de Harvard reveló que más del 34 por ciento de los jóvenes adultos reportan sentirse solos con frecuencia o casi todo el tiempo.
“Como profesional, lo veo así: la soledad no se trata solo de estar solo, se trata, en realidad, de pasar desapercibido o de ser incomprendido. Muchos jóvenes soportan una combinación de presiones académicas, ansiedad económica y la constante comparación de identidades moldeadas por las redes sociales.
“Y aunque se les dice que sean auténticos, entre comillas, también se espera constantemente que rindan en las redes sociales, en las aulas e incluso en casa”, expresó.
Comentó que el racismo sistemático, ya sea por infrarepresentación, discriminación o invisibilidad, en la educación, los medios de comunicación y la atención médica, juega un papel muy importante en el aumento de las tasas de depresión y ansiedad entre los jóvenes asiáticos, asiáticos y de las islas del Pacífico.
“Cuando los jóvenes crecen, rara vez se ven reflejados, y solo ser vistos a través de estereotipos específicos transmite el mensaje de que no encajan plenamente en ninguno de estos espacios. Para los jóvenes asiático-americanos, todo esto se ve agravado por el estigma cultural en torno a la salud mental”, agrego. “Y es una carga muy real, que también se transmite a través del estigma intergeneracional en torno al mito de la minoría modelo”.
Según los CDC, los asiático-americanos son los que tienen menos probabilidades de acceder a atención médica mental entre todos los grupos raciales y étnicos.
Lee dijo que eso se debe a que en su comunidad los hijos son criados para evitar ser una carga para los demás.
“Forma parte de una creencia fundamental que aún persiste en muchas dinámicas familiares asiático-americanas”, expreso. “Nos enseñan que compartir las dificultades emocionales es una debilidad. Y a veces incluso se percibe como un sentimiento de fracaso dentro de toda la familia”.
Dijo que les inculcan a siempre tener éxito, serenidad y no hacer ruido.
“Así lo internalizamos”, dijo. “Con todos estos mensajes, se les dice a los jóvenes que no hay espacio para que puedan expresar su tristeza, ansiedad o cualquier tipo de vulnerabilidad. Entonces, cuando un joven lucha contra la depresión o el pánico, siente ansiedad. A menudo no creen que necesite ayuda, pero lo que en realidad piensan es: ‘Algo anda mal conmigo. Y necesito resolverlo por mi cuenta’”.
Explico que el tipo de crianza y narrativas tienen mucho que ver.
“Lo que llamamos trauma intergeneracional. Y el trauma intergeneracional, en pocas palabras, es un dolor emocional o psicológico. Eso se transmite de una generación a la siguiente y menudo, tiene sus raíces en experiencias, especialmente para muchos asiáticos, asiáticos y de las islas del Pacífico.
“Como la guerra, el desplazamiento, la colonización y la opresión sistemática, pueden influir en la comunicación familiar, expresar amor, o la falta de él, y afrontar el estrés.
En la dinámica familiar, esos eventos traumáticos se siguen transmitiendo de generación en generación”, expresó.
Lee dijo que la terapia familiar inclusiva, contar con la mayor cantidad posible de servicios bilingües y crear espacios de apoyo entre pares es fundamental para invitar a la mayor cantidad posible de familiares a la atención individual.
“Estamos muy orgullosos de lo que ofrecemos anualmente: un retiro entrelazado y de bienestar basado en la capacidad de equilibrar la identidad y herencia juntos. Así que reunimos a muchos terapeutas, sanadores y miembros de la comunidad asiático-americanos para un fin de semana de descanso y reencuentros”, contó.
Dijo que organizan actividades como Baños de Sonido y ofrecen actividades sensoriales, sesiones de terapia de movimiento y círculos de narración.
“Tenemos prácticas orientadas al movimiento que están muy arraigadas en nuestras culturas intergeneracionales, como el Tai Chi, que también se está introduciendo a nuestros jóvenes. Puede que no estemos hablando explícitamente de salud mental, pero sí les estamos permitiendo experimentar lo que significa cuidarse y que se sientan vistos y escuchados”, dijo Lee.

